lunes, 19 de julio de 2010

Mi linda...cuándo dejarán de lastimarte ...?.. dos siglos igual...

Colombia: un bicentenario sin paz

Ricardo Benassi
Enviado especial de BBC Mundo a Colombia

"No he vivido un solo año de paz. Siempre ha habido un proceso de conflictos: por tierra, por posesiones, por poder o por dinero", dice la colombiana Gloria de Parra en una de las esquinas de la plaza de Bolívar, en el corazón del centro histórico de Bogotá.

En ese mismo lugar, hace 200 años, el comerciante español José González Llorente se negaba a prestar un lujoso adorno para engalanar la mesa de un americano. El episodio fue la excusa para desencadenar el grito de independencia.

Guerras en Colombia
•Guerra de los supremos 1839-1841
•Guerra Civil de 1851
•Guerra Civil de 1860-1862
•Guerra Civil de 1876
•Guerra Civil de 1885
•Guerra Civil de 1895
•Guerra de los Mil Días 1899-1902
•La Violencia 1948-1958
•Conflicto armado 1964-presente

En esas mismas calles por las que Gloria camina, hace dos siglos se declaraba un gobierno autónomo favorecido por la debilidad de la corona española que entonces había caído bajo el fuego de las invasiones napoleónicas.

Como ella, otros colombianos sienten que la paz es la asignatura pendiente desde la gesta independentista hasta la actualidad.

La historia de los dos siglos desde independencia están marcados por una guerra que parece continua y que apenas amaina por momentos, casi para coger impulso y empezar con otra.

Un grito, varias visiones de país

El grito de independencia del 20 de julio de 1810 en Santa Fe de Bogotá fue la consecuencia de un proceso que había comenzado a generarse por lo menos dos años antes y que se hizo más complejo a medida que fue avanzando la época.

Los enfrentamientos internos armados no tardaron en surgir.

"Se empezaron a generar dos tendencias fuertes", le explica a BBC Mundo Rafael Pardo Rueda, ex candidato a la presidencia por el Partido Liberal y autor del libro La historia de las guerras.

"El federalismo recogía a las distintas provincias y se expresó en un gobierno se llamó las Provincias Unidas de la Nueva Granada, que tuvo capital en Tunja. Mientras tanto, en Santa Fe, Antonio Nariño expresaba la intención de hacer un gobierno centralizado".

Para la época ni siquiera había una posición política única respecto a la relación con la corona española.

Como resume el historiador Germán Mejía, uno de los proyectos era asumir de manera autónoma el gobierno hasta tanto regresara el rey Fernando VII, destronado por la invasión napoleónica a la Península Ibérica.

Otro era separarse completamente de España, mientras que ciertos sectores se declararon monarquistas y absolutistas y no querían otra cosa que seguir depositando la autoridad en las instituciones de la corona en el virreinato de la Nueva Granada.

"No hay un proyecto único y no hay manera de decir que un proyecto político es mejor que otro, porque son diferentes poblaciones las que están representadas en esto", resume Mejía en diálogo con BBC Mundo.

Para Mejía, la guerra en aquellos tiempos era "una situación inevitable, en el sentido de que había varios proyectos políticos".

"La guerra –voy a decir una frase que no es bonita– que produce efectos terribles, al mismo tiempo organiza porque dirime las disputas", afirma Mejía.

Agitado siglo XX
A los enfrentamientos por el modo de organización del país, le siguió la lucha para derrotar la reconquista española y conseguir una independencia real y efectiva.

Y las armas no se acallaron y empezaron los conflictos entre liberales y conservadores.

No hay un proyecto único y no hay manera de decir que un proyecto político es mejor que otro, porque son diferentes poblaciones las que están representadas en esto

Germán Mejía, historiador
El siglo XX que enfrentó a Colombia con nuevas realidades y con otra sucesión de enfrentamientos internos.

"Venimos de una violencia antiquísima", dice Omar Sánchez Donato, de profesión vendedor, en otra de las esquina de la plaza Bolívar –en 1810 la Plaza Mayor– donde los americanos reclamaron a viva voz al autonomía.

"Han surgido grupos que consideran que con la violencia armada vamos a arreglar cosas en el país y esta no es la vía; todos los colombianos anhelamos la paz", agrega.

El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y el Bogotazo en la década de los años 40, el surgimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en la década del 60, la contratara del paramilitarismo y el auge de la violencia asociada al narcotráfico en los años 80 completan el mapa de conflictos.

Conflictos no resueltos
Tras recordar que Colombia es un Estado liberal desde 1830 con separación de poderes, Pardo Rueda admite que "hay conflictos no resueltos".

"El conflicto por la tierra es un conflicto no resuelto. El conflicto entre un gobierno centralista y unas regiones que reclaman poder también es un conflicto hoy día no resuelto", explica.


Hoy se conserva la base del florero de Llorente. (Foto: Colección Museo de la Independencia-Casa del Florero, Ministerio de Cultura)
En la tierra parece estar el origen del actual problema.

"Hay un elemento nuevo y es la manera en cómo lo colombiano se construye desde lo urbano y deja de lado todo lo rural. Y la violencia contemporánea es por este desfase trágico entre el campo y lo urbano", detalla el historiador Mejía.

Este historiador describe a las zonas rurales como un territorio que se deja "para los terratenientes, para el enriquecimiento rápido", frente a un "campesinado muy pobre que está desprotegido".

Para Mejía, lo que explica la violencia contemporánea es "el modelo económico que va a privilegiar lo urbano y el capitalismo en las grandes ciudades y aprovecha en beneficio propio el dejar al campo atrasado como una gran fábrica de mano de obra barata, de expulsión obligada de campesinos para proyectos agroindustriales".

"Mientras en Colombia no se resuelva la propiedad de la tierra y no se desvinculen las formas ilegítimas de apropiación de la tierra a través de las armas, el paramilitarismo, el uso de las instituciones del Estado para respaldar esto y el narcotráfico, aquí no hay posibilidades de solución".

Al repasar la historia, Pardo Rueda concluye que las controversias son inevitables, pero aclara que "lo que hay que evitar es que se expresen por vía de las violencia, por vía de exclusión o por vía de las armas".

Y esa forma de expresión es algo que desde la lucha por la independencia, Colombia no ha podido cambiar. La violencia, como los colombianos pueden atestiguar, engendra más violencia.
Una pelea en casa de Llorente dio paso al grito independentista.

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